sábado, 26 de diciembre de 2009

El Fin Del Mundo


Toda vez que escuchaba que el mundo tenía fin no sabía cómo interpretar si es que la bola de agua y tierra tenía esquinas, pero me encantaba la idea cada que leía en cuentos y veía en películas, cuando en historias contadas en el nunca jamás, valientes aventureros de distintas épocas lo surcaban. 
Aunque… si todo fin tiene inicio, entonces, ¿dónde era el principio del mundo? suponía que se debía a  que al hombre le encantan los finales pero nunca los principios, pero vale madre, como en tantas otras cosas habré de estar equivocado.
Muchos años después me enteré que efectivamente, el fin del mundo existía. Al menos fue como la etnia patagónica decidió bautizar en yagán su pequeña ciudad, su hermosa ciudad. 
Y tampoco erraron en llamarla también la última frontera.
Pasó relativamente poco tiempo desde que supe que el fin del mundo existía hasta que sus ventiscas me crispaban el rostro mientras lo caminaba. 
Avenida San Martín era el principio y fin de todo en el mismo fin del mundo. Toda comida, paseo, transporte y compra salía de ahí y ese fue el punto de partida para traer de regreso a casa momentos inolvidables.
1.- El faro del Fin del Mundo después de arrastrar en el Canal Beagle a contracorriente en un barquito cuyo sonido fue además de aguas bravas y gaviotas, los acordes a todo volumen de “The Castaway”, una de las mil historias del Kalevala finlandés musicalizadas en death metal épico.
http://www.youtube.com/watch?v=J_bbrNUsL2U

2.- El sentimiento de pequeñez experimentado en Laguna Negra tras la caminata en el Parque Nacional Tierra del Fuego de la localidad de Bahía Lapataia y los pies cansados después del rato recorriendo senderos en compañía del sonido chicloso/crujiente del lodo y hojas secas bajo el empeine.
3.- El panini compartido en el Glaciar Martial con Elías y Felipe, los snowboarders que encontré en mi camino entre árboles que hondeaban ramas, nevadas repentinas y vapores posteriores.4,. El trayecto desde la casa de Alba, mi hostal, hasta la prisión ubicada a un costado de las instalaciones de la Armada Argentina admirando los contrastes entre el aleteo de las gaviotas y la quietud de los gigantes en el embarcadero.
5.- Las ráfagas de viento y la fogata a orillas de Lago Fagnano bebiendo merlot con tres mendocinos y dos españoles después de una jornada que también tuvo ladridos de perros de trineo y una espectacular panorámica del Paso Garibaldi.6.- Que me cayera el veinte de que ni aun en el Fin del Mundo podía superar ciertas añoranzas y que de no haber hecho el viaje solo, este sería el lugar perfecto para que la tarde se consumiera en un abrazo.7.- La mirada perdida en los ventanales del pequeño aeropuerto de Ushuaia mientras esperaba mi regreso a Buenos Aires pensando en si alguna vez volvería a estar en la ciudad más austral del planeta, y si acaso será acompañado.

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