miércoles, 15 de septiembre de 2010

Pena Ajena V: Copy-Paste

No sabía que también trabajaba para el A.B.C. y Diario Amanecer... misma nota con puntos y comas, misma foto pero sin crédito.
Qué barato, qué barato.

domingo, 5 de septiembre de 2010

Perfil Público


Entre tanto sufrimiento visto a diario procuro no engancharme. No tiene que ver con hacerse frío, se trata sencillamente de no malviajarse, aunque siempre está esa historia que se le queda a uno ceñida.

Así es, caí en el malviaje.

Afortunadamente han pasado las noches necesarias como para declararme desprendido de la tragedia en torno a Asuan y Karla Yenitt.

En algún momento del 13 de agosto del 2010 las hermanas de 22 y 16 años de edad fueron asesinadas. Unas manos alrededor de sus cuellos fueron el arma letal... momentos antes hicieron de ellas lo indecible.

No es difícil asumir que quien lo hizo además de bastardo también fue novato. Los cuerpos parcialmente calcinados de las hermanas fueron encontrados en el paraje de Barranca Honda de la comunidad de San Miguel Mimiapan, Municipio de Xonacatlán.

Otro asesino barato que quiso borrar la evidencia de sus complejos quemando un cadáver y tirándolo en una zona desolada.

Mi malviaje no fue a causa de ver de lejos sus cadáveres, llegó cuando vi a Asuan y Karla Yenitt con vida. Eso ocurrió cuando en el seguimiento noticioso me metí a su perfil público de Facebook y Hi5 y poco después una fuente de la procuraduría mexiquense me confirmó la sospecha que tuve en cuanto entré a esos perfiles.

El asesino y las víctimas pactaron una cita por Internet. Qué bajón.

Cinco días después de su muerte, Asuan seguía recibiendo mensajes como este:

Aug 18 10:54 AM Edgar says:

hola super amigis vi tus fotos supeer hot oye cuando nos vemos tambien tengo ganas de verte como te comente la vez pasada me cas de atoda madre oye mi fon es 7221307630 para que me marques y nos pongamos de acuerdo

Si bien la investigación sigue abierta y no hay pronunciamiento oficial, sí existen elementos que le dan vuelo a ese escenario. El punto medular de mi agüite estriba en que conozco a muchas personas que han encontrado amistades, amor y aventuras ahí mismo, en la red. Me incluyo pues.

Qué cierto y triste es que en Internet uno encuentre de todo...

Beber De Su Cerveza Antes De Arrojarla


Gotas cayendo de un techo de aluminio apenas dan idea de lo que ocurre en el VD+ Se trata del sudor de cientos de thrashers rindiendo tributo a una leyenda viviente del punk/metal. Ahí estoy, lanzando manotazos mientras la garganta se me hace caca gritando Acid Rain. Vaya alegoría.

El Slam está lleno de secretos. Desde afuera parece un puñado de desarrapados en trance empujándose sin más, bajo unas bocinas que retruenan veloces riffs y bombos machacantes, pero no es hasta que se vive para empujarse una cucharada de aaah mira nomás.

Si algo tiene el Slam de esta noche en particular es que se lleva a cabo gracias a la presencia de los Dirty Rotten Imbeciles. Un doctorado musical si de estridencia se trata por el simple hecho de ser pioneros en esta escena.

Greñas volando en círculos, estoperoles embistiendo unos a otros, playeras con letras ilegibles que recuerdan que el Thrash está más vivo que nunca, sobretodo cuando se trata de un sitio repleto de headbangers que no han escuchado un disco nuevo de los D.R.I. en quince años y al menos dos generaciones de fanáticos pateándose en el mosh pit.

Entonces el epítome. Entre el público hay pequeños trofeos personales convertidos en hilillos de sangre bajo las fosas nasales, melenas completamente húmedas de sudores propios y ajenos, pedazos de mezclilla regados, suelas de tenis por ahí, brazos enrojecidos como buen preludio a los moretones que han de venir, dentaduras apenas completas. Un hermosísimo desenchufe de la realidad. Catarsis pura.

Pero con todo y que suena a violencia absoluta el Slam también tiene códigos irrompibles, como levantar al caído y pegarle un buen empellón antes de seguir corriendo en círculos, en poner los brazos firmes cuando un fulano viene volando de quién sabe dónde y pasarlo, en no dejar que nadie quede en el piso, en abrazar al de a lado por el simple hecho de portar ese escudo que lo hace igual, al igual que beber de su cerveza antes de aventarla para volver al remolino de rostros poseídos y lanzar un alarido porque esta noche también tocaron Beneath The Wheel.

Qué chiste, ya sé. Qué asco, ya sé… ¡y qué chingonería!