lunes, 27 de junio de 2011

Ganas De Pintar II

Una vez más, dormido, siento que mi cuerpo separado de su espíritu, es un instrumento para otro. Vaya sueño.
Esta vez, mi cuerpo podría servir para una venganza que no es mía.

El primer escenario de este viaje es la sala de una casa, en un estado y quizás un país en el que nunca he estado físicamente, y probablemente la patria a la que pertenecen tantos sueños como este. Observo una televisión acompañado de una bolsa de Pan Bimbo en las manos. Al poco un esqueleto me acompaña en este mundo mágico. Conversamos sin platicar siquiera.
Esta calaca tiene una peculiaridad, no tiene una pierna. Es flacucha, más de lo normal, aunque suene a redundancia. Sus huesos son finos, tono gris rata.
Me pide un favor. Antes me explica que es un alma sin descansar, víctima de una injusticia.
También cree que soy pintor, que mi talento alcanza para hacer retratos hablados muy fieles. Le explico que a duras penas escribo, pero insiste. El favor que quiere estriba en que necesita mi cuerpo.
A través de un juego de magias, quiere pintar, desde su recuerdo, el rostro de su verdugo, para después animarlo y entonces desquitarse.
Sólo así, me dice, encontrará descanso.

Insisto en que no soy artista y hago como que ya me voy del cuartito de televisión, aunque afuera no sé a dónde podría ir.
¡Necesito tu cuerpo y pintar con él!, exclama.
Me niego, ya ruborizado, y el esqueleto, sin mover los maxilares, me responde que si no es por las buenas será por las malas. Le urge pintar a través de mis manos y hacer su justicia.

Entiendo su enojo, pero ¡chingao!, no sé dibujar ni a palitos y bolitas. Al poco, el cliché del sueño me hace estar huyendo despavorido, pensando que mi carne no pertenece a esos huesos, y pese a ir deprisa, no avanzo. Además no conozco estas calles.
A la mierda, ya casi me alcanza…

¡Plop!
Me despierto esta mañana, sano y salvo en mi cama. ¡Qué ganas de saber pintar!

jueves, 9 de junio de 2011