martes, 1 de septiembre de 2009

El Segundo Extravagante

Hace unos días, caminando hacia casa, un auto que pasaba a gran velocidad estuvo a punto de arrollarme.

Una vez pasado el susto me entretuve pensando en todas las cosas que hice o dejé de hacer aquel día y que me impidieron llegar a esa esquina un segundo después; cosa que de haber sucedido habría derivado en un accidente considerable o incluso en la muerte. En mi muerte.

Hasta hoy no han transcurrido los días necesarios para olvidar el asunto y desprender de mi cuerpo la sensación de seguir vivo casi de milagro. Así que ayer, no pude dejar de sorprenderme con lo que leí en el periódico mientras viajaba en el metro rumbo a mi casa.

Se ha descubierto que el famoso fenómeno meteorológico “El Niño”, causante todos estos años de desastres telúricos, terribles inundaciones, pavorosos huracanes y ciclones en que han perdido la vida muchas personas y su vivienda muchas otras, ha sido el causante, a través de no sé que juego de mareas, de la disminución temporal del giro del planeta, haciendo que el año vaya a terminar con un segundo de más.

No he sabido cómo imaginar o localizar ese segundo sobrante hasta comprender que acaso haya servido, por lo menos, para salvarme de la embestida del hijo de puta que por poco olvida el freno.

Y luego he pensado en la cantidad de accidentes y sucesos, que, por culpa de ese segundo extravagante, van a cambiar la vida de la gente: las colisiones que no ocurrirán y las sobrevenidas en su lugar, la gigantesca mutación que tal excedente mínimo de tiempo supone en todos los asuntos del mundo.

Pero sobre todo pienso en que acaso estaba previsto que tú y yo nos encontráramos uno de estos días, destinados a unir nuestras soledades y descubrir el amor y la felicidad, y sin embargo ese grotesco segundo accesorio, de más, esa añadidura temporal, lo va a impedir, y ha interpuesto ya entre nosotros su endeble, efímero, pero implacable cuerpecillo, para que tú hayas rebasado o rebases la esquina o yo me haya alejado o me aleje camino al siguiente escaparate, sin que nuestras miradas lleguen a encontrarse…

No hay comentarios:

Publicar un comentario