miércoles, 19 de octubre de 2011

El Infierno Ganado

Este post comienza luego que dos personas me mandaron ofendidos mensajes personales por subir a mi muro de Facebook la foto en que estoy saludando con mi dedo favorito a su Santidad Benedicto XVI, en mis últimas vacaciones en Italia.
La explicación parece sencilla para quien se precie de conocerme. Una vez que la vagancia me llevó al Vaticano, este magnetismo causado por siglos de historia me llevó a los pasillos de la "Santa Sede" para admirar su riqueza artística. 
¿La conclusión? ahora detesto más a la pinche Iglesia que desde que renuncié a ser parte de sus huestes.
Porque no puedo evitar pensar que en estos palacios de mármoles y esculturas en los que tanta gente agacha la cabeza y jura devoción, se ha fraguado lo peor de la historia del ser humano gracias a estos putos que se dicen representantes del "Dios único y verdadero".

Afuera de la Basílica de San Pedro, recargo sobre los barandales y me quedo pensando que ni los siglos de oscurantismo mediático han podido borrar la mayoría de sus porquerías.
 
Luego de entrar por un módico pago (como si les hiciera falta caridad), arribo al primer lugar que me estremece cuando pienso en lo que ocurrió aquí. En esta misma corte papal, el cadáver del Papa Formoso I fue exhumado y sometido a juicio por el Papa Esteban VI nueve meses después de su muerte para anular sus mandatos y que este último pudiera hacer sus tranzas, luego de realizar el Concilio Cadavérico o el Sínodo del Cadáver
¿Como puede el Vicario de Dios, el llamado sucesor de San Pedro, enjuiciar a un cuerpo en putrefacción en una corte divina, mutilarle los dedos con que daba bendiciones y arrojarlo al Río Tiber?, ¿no se trata acaso de una Iglesia eterna, para quien me diga que "esos tiempos quedaron atrás"?
Me basqueo en la idea de que el máximo representante de esta religión, cuyo nombre se encuentra escrito en estas lápidas, pudiera tener los tamaños para vestir a un cadáver en descomposición, so pretexto de hacer de las suyas.

"Encontrado culpable, se declaró inválida su elección como Papa y se anularon todas los actos y ordenaciones de su papado. A continuación se despojó el cadáver de sus vestiduras, se le arrancaron de la mano los tres dedos con que impartía las bendiciones papales y sus restos fueron depositados en un lugar secreto, donde permanecieron varios meses hasta la entronización de Teodoro II (cuyo pontificado tan solo duró 20 días, aunque la rehabilitación de Formoso se había iniciado con el papa Romano) cuando fueron restituidos a la Basílica de San Pedro"
[Enciclopedia de los Papas Vol. 2, Editorial Labor S.A., Barcelona, 1948.]
 
Continúo caminando en estos pasillos observando los tesoros papales, los trazos cuasi perfectos y la belleza de trabajo de los cinceles sobre imponentes columnas, pero no se me quita la idea de que aquí mismo se fraguó la conquista de América Latina a través de la Corona Española, que de aquí salieron las órdenes para asesinar a millones de indígenas cuya riqueza en oro y plata sigue guardada en estas masmorras, que aquí se erigió la Santa Inquisición, en 1478 y aquí fue nombrado Tomás de Torquemada como su fundador, para dar muerte a docenas de miles de "falsos creyentes" y tortura a cientos de miles más, además de la quema de obras científicas y literatura "no católica", por obra y gracia del espíritu santo.
En este lugar nació el odio a musulmanes, eslavos paganos, rusos, griegos y prusianos a través de Las Cruzadas, odio católico a todo aquello que no sonara a sumisión, lo que durante más de dos siglos arrojó miles de muertos en nombre de Dios.
Me dan ganas de escupir sobre cada pintura de cada personaje "santo" que observo al pensar que aquí se ordenó el homicidio de Galileo Galilei por decir razonadamente que la tierra no era plana (hecho sobre el que la Iglesia tardó solamente 360 años en aceptar su error), que Adolf Hitler, aquel católico que confiaba en Dios su vida (léase Mein Kampf), nunca fue excomulgado porque les hizo el favor a esta bola de culeros de aniquilar a 6 millones de judíos.
 
 
"Para alcanzar el poder, es importante no desprenderse de la Iglesia Católica, la cual tiene gran influencia en Alemania... Debemos mostrarles a los católicos de Alemania que están en manos más seguras con los Nacional Socialistas que con los del Partido del Centro".
Adolf Hitler, 1925
 
 
Bastan pocas salas vaticanas, para empaparme de enojo por recordar que George Bush le declaró la guerra a medio Medio Oriente en nombre de Diosito en su "lucha contra el mal" sin un sólo reclamo de la Santa Sede, o que el próximo "San Juan Pablo II", fue el principal encubridor de las marranadas de Marcial Maciel y de bola de padrecitos violadores que nunca recibieron, ni recibirán, castigo alguno. Que estos lujos poco tienen que ver con su voto de pobreza.Peor tantito cuando reitero a través de los libros de historia en los que se relatan las atrocidades de la dinastía de los Borgia en nombre de Dios y de los no pocos Sumos Pontífices que han hecho de la Iglesia un cubo de mierda.
Me estremezco en el pensamiento de todo lo que sucedió en este lugar, entre los años 900 y 1100. Que el Papa Benedicto IX, dirigió a las huestes católicas, apostólicas y romanas cuando apenas tenía ¡14 años de edad!, so coincidencia de ser sobrino de los Papas Juan XIX y Benedicto VIII y de ser descendiente de los Juanes XI, XII y XIII; estos a su vez descendientes de Sergio III, quien por cierto, estranguló a los Papas León V y Cristóbal I para acceder al trono, según datos biográficos que la Iglesia no ha podido desmentir.
El mismo Benedicto IX que en su juventud tuvo tres distintos mandatos luego de jalonearse el oro entre los años 1032 y 1048.Tampoco se me sale la idea que en estos muros de simetrías perfectas, el Papa Pío III evenenó a Alejandro VI en el 1503 para asumir el poder y aquí mismo salió la plata con que Leonardo Da Vinci fue liquidado para inventar máquinas de guerra usadas por el ejército papal.
Que a diferencia de la actualidad en que los Papas son viejitos decrépitos que balbucean bulas, al final del primer milenio había Sumos Pontífices que apenas rebasaban la adolescencia para ser los Vicarios de Cristo, que aquí se hizo el humo blanco para Gregorio V, de 23 años de edad, quien era sobrino del emperador en turno, Otón III.
Ni se me resbalan las cifras ridículas entre los años 897 y 904, cuando Bonifacio VI, Teodoro II, Romanus y Leon V apenas duraron unos días en la chamba, todos asesinados por otros que querían extender el legado de Jesús.
Que a unos pasos de este lugar donde hay pintadas y esculpidas figuras desnudas, pero al mismo tiempo las piernas de los visitantes son indignas, en el castillo de Santángelo, el Papa Bonifacio VII encerró a Juan XIV para recuperar el poder en el año 984, y donde poco después a Juan XVI le fueron arrancados ojos y nariz por el ansia de poder para que su nombre fuera borrado de la lista oficial y su nombre terminara en la historia como un Anti Papa.
Vaya que viajar ilustra amigos. Y de mi visita al Vaticano no me resta más que cagarme en el Santo Grial al tiempo que confirmo que no se me salieron los demonios, todo lo contrario.
¡Que mal rayo parta a estos hijos de perra!
AMÉN.

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