lunes, 24 de enero de 2011

Un Pinche Cigarro III

La furia de un puñado de los familiares de Arturo Rodríguez estuvo a punto de traducirse en dos periodistas linchados.

En cuanto supe que estábamos tan cerca de ser tomados por una turba verdaderamente encabronada no dudé ni tantito en echarle el carro encima a quien se me pusiera enfrente y huir a toda velocidad.

Y bueno, este episodio comenzó justo en el momento en que un agente del Ministerio Público nos echó a andar a unas veinte personas, que estamos seguros, se habrían multiplicado en un instante para sacar la frustración por la muerte de su familiar.

Arturo Rodríguez murió de al menos tres puñaladas en el pecho. Una riña al calor de las caguamas dejó su cuerpo tendido sobre un camino de terracería en la comunidad de San Miguel Mimiapan, municipio de Xonacatlán.

Como cada que salimos a trabajar en un caso como este, mi ñero Korín De la Cruz y yo nos ocupamos de hacer una valoración de la escena en cuanto llegamos al lugar de los hechos, para no arriesgarnos a lo buey. Porque trabajar haciendo nota roja lleva mucho riesgo, y aunque arriba, en tu trabajo, te dicen que les preocupa tu integridad, nunca les crees. En cuanto paguen tu seguro de vida te les olvidas y otro ha de venir a hacer lo que tú haces para pagar la renta.

De entrada no había cómo laborar con tantos familiares tan llenos de impotencia en torno al cadáver. Cobijados bajo otros tantos curiosos en medio de la callejuela sin alumbrado, decidimos aguardar hasta que llegaran los peritos del Semefo para poner las manos a la obra.

Un par de horas después llegaron las autoridades para levantar el cadáver. A fuerza de cubrir la fuente policiaca se desarrolla cierto colmillo, porque nunca falta que la gente te ve trabajar a la par del Semefo y hasta dan por hecho que también eres perito, rara vez preguntan.

Y sobretodo que después de hacer coberturas periodísticas de tragedias durante tanto tiempo, resulta que los mismos peritos te saludan y dejan laborar en paz. Porque por un lado a algunos les encanta salir en el periódico y por el otro saben que no inventas tonterías en las páginas del tabloide donde trabajas.

Esta vez se nos escapó. Y vaya que la vimos cerca.

Mientras que, como de costumbre, Korín comenzaba a tomar fotos con la anuencia del Semefo, uno de los agentes del MP comenzó a gritarnos.

¿¡Quiénes son esos!?, ¡porqué están tomando fotos!, ¡para qué las quieren!

Nos los echaste encima, la puta que te reparió. La gente comenzó a irse sobre Korín. Les dijimos que éramos reporteros y si había problema, borrábamos las fotos y nos íbamos.

Me dirigí al personal del Semefo. Chale, qué mala leche, ni modo que viniéramos de paseo, también venimos a trabajar. Estaba yo en esas cuando todavía no me caía el veinte de que la cosa era correr al carro y pelarnos. Me apendejé un instante pues.

Arriba del coche nos alcanzaron dos hombres. Con el vidrio tantito abajo les dijimos que la cosa era calmada, nos íbamos sin fotos. Al poco uno de ellos se cayó intentando abrir a la fuerza la portezuela, pero entendemos que estamos lidiando con personas alteradas, quienes darán por hecho que le eché el carro encima al señor… cosa que habría estado dispuesto a hacer para salvar el pellejo.

Y es que tres miserables polecías monecipales resguardando el área nunca serán garantía.

Afortunadamente la fuerza de las patadas en la portezuela y la puntería de las pedradas no estuvieron a la altura del enojo de esas personas, a las que a pesar de todo, entiendo.

Hechos la madre a lo largo de una carreterita volando topes y sorteando baches, recobramos la calma al llegar a la carretera Toluca – Naucalpan y desde entonces no deseé más que un pinche cigarro. Sanos y salvos mano.

Lo que los familiares de Arturo Rodríguez no saben es que ya existen programas de computadora para recuperar fotografías borradas y esta portada no tarda en volverse en otro récord de ventas en la calle.

Que nos perdonen, nosotros ya los perdonamos.

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