De cada travesía, al volver, recuerdo aquel viejo adagio de que viajar ilustra. Y pocos placeres semejantes como quitarse lo nopal.
Más allá de la inmersión en espectaculares munditos convertidos en ciudadelas amuralladas y escenarios de cuentos de hadas, me vuelve a quedar la sensación de que no todos somos unos culeros en este mundo.
De regreso a casa, traigo como postal la figura de esas personas que de una manera u otra me tendieron su mano e hicieron de esta una experiencia llena de moralejas y buena onda.
No esperaba ser honorado con esta condecoración (saco un acordeón escondido en la solapa) pero quisiera agradecer profundamente a las siguientes personas:
Alfred Wöger
Bence Mézsarós
Orsolya Csizmar
Martin Pokorny
Martina Pickering
Julia Eder
Martin Reiter
Zita Zolomy
A toda madre, un buen pensamiento para todos ustedes.
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